jueves, 27 de julio de 2017

TEATRO RECOMENDADO


Sensualidad y recuerdo a la italiana

Amado mío / Dramaturgia y dirección: Valeria Ambrosio / Idea y producción: Kinucha Mitre / Intérpretes: Florencia Benítez, Nacho Pérez Cortés, Esteban Masturini, Emmanuel Robredo Ortiz, Willy Lemos / Músicos: Matías Chapiro, Juan Sak, Adrián Speziale / Coreografía: Elizabeth de Chapeaurouge / Vestuario: Calandra-Hock / Luces: Valeria Ambrosio-Leo Gaetani / Sala: Maipo Kabaret, Esmeralda 443 / Funciones: viernes y sábados, a las 21; domingos, a las 20 / Duración: 65 minutos 


Masturini, Benítez, Robredo Ortiz y Pérez Cortés.

El Maipo Kabaret es una sala pequeña con un ambiente poblado por mesitas, el escenario de club nocturno y una orquesta. Sobre todas esas cosas, Amado mío propone construir un clima onírico que remite a un sentimiento: el amor. Ese tema siempre será un buen motivo para organizar un musical, la música en escena amplifica la felicidad y la tristeza.
Willy Lemos oficia de presentador. Marcha entre los espectadores con un traje color crema y se llena la boca con conceptos que pueden parecer demasiado abstractos. Ayudado con el trabajo gestual y la cercanía fonética, habla en un italiano fácil de comprender, independientemente del dominio que el espectador tenga de la otra lengua. El sentir entender de inmediato un idioma ajeno funciona, también, como en los sueños. La pieza ha buscado los lugares blandos de la sala que pueden utilizarse en forma creativa, esto va desde las formas de expandir lo escénico mediante la luz (especialmente en los primeros minutos) hasta el hacer que una actriz trepe una viga. Los procedimientos artesanales de mostrar y ocultar apoyan la lógica del recuerdo que vuelve y, también, permite ir a los saltos en lo narrativo, dejando en segundo lugar la lábil coherencia de la trama.
La propuesta es un concierto teatral en el que las canciones en italiano de los años 60 siempre estarán por delante. Un gran uso espacial de Valeria Ambrosio hace que los actores rebasen el escenario. Los cuadros repiten un ciclo que va del nacimiento del deseo a su agotamiento, luego el rechazo, luego la vuelta a empezar. El presentador irrumpe cada tanto, pero sus palabras no aclaran nada, aquí el texto siempre parece fuera de lugar, apenas invita a una zambullida gozosa en esta lógica extraña. Y el público acompaña sin objeciones, no es raro ver a la gente modular los temas o mover el cuerpo al ritmo propuesto. Hay objetos que recorren: teléfonos a disco, inalámbricos y celulares, además de cartas y máquinas de escribir. Hablan de intentos de comunicarse, pero esa comunicación es siempre inconexa. El amor existe en los cuerpos, pero, al ponerlo en discurso, se vuelve esquivo. La atmósfera retorna siempre a algo un poco decadente que propone el eterno juego entre el deseo y su consumación.
El elenco muestra ductilidad para realizar cuadros virtuosos de canto y danza en espacios reducidos, lo que genera una atrayente situación de riesgo acompañada por momentos de humor que se juegan con los músicos, verdadera alma de esta puesta. La relación entre los personajes no es clara, pero llega un momento en el que la obra gana y el espectador deja de preguntarse por eso, se transforman en cuerpos sobre los que uno puede imaginar cualquier historia que trate, claro, de amor. Ivanna Rossi hizo la suplencia de Florencia Benítez en la función analizada y confirma que es una de las artistas más completas del género. A cada paso le encuentra una intención, un guiño al público, una interacción con sus compañeros que excede lo formal.
Amado mío es el homenaje que su productora, Kinucha Mitre, ofrece a su hermano, Luis Emilio. A pesar del sesgo que se pueda imaginar que esto trae, siempre se prefiere destacar el amor por sobre el dolor. Es propio de los humanos el presentar monumentos a los que nos precedieron. Así empieza, cuentan, la civilización. En Egipto quisieron vivir cerca de sus muertos, construir una Acrópolis junto a una Necrópolis. Entre otras cosas, les ofrecieron edificios, himnos y otras piezas de arte. Hacer un musical, uno que deja unas cuantas imágenes potentes y una rara alegría por el viaje emprendido, parece conectar con esa necesidad de seguir honrando a los seres queridos.
G. I. 




Noche de farra en la ex Biblioteca
Farra y 8 pies, un atractivo programa compartido



 Luego de hacer temporada en El Excéntrico de la 18 y de recientes funciones en Rafaela y Rosario, Farra se mudó a la Dirección Nacional de Música y Danza (el maravilloso edificio en donde funcionaba la Biblioteca Nacional). Farra es un efectivo juego escénico/musical que protagonizan Francisco Benvenuti y Andrés Granier. Propone el encuentro entre dos personajes, sus deseos ocultos, sus imaginarios y una batería de canciones que los constituyen. Tiene momentos tan bizarros como contagiosos y efectivos. Está dirigida por Andrés Granier y Francisco Benvenuti, dos licenciadas en Composición Coreográfica en Danza Teatro de la UNA. En ese marco nació esta propuesta, a la que tal vez no haya que pedirle más que dejarse llevar por esos dos personajes que tienen varias escenas que les permiten a los actores sacar a la luz su amplia batería de recursos.  A las 20.30, se presenta en un programa compartido junto a 8 pies, de Ramiro Soñez, por la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Continuará durante varias semanas en México 564.
A.C.

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