jueves, 22 de junio de 2017

LA MENTE PUEDE MEJORAR



Consideramos la mente humana como algo maravilloso. Y en verdad hace cosas increíbles: es capaz de concebir una Sinfonía como la Novena de Beethoven, la teoría de la relatividad, la jugada del gol a los ingleses… Pero también falla. Falla de manera sistemática y en aspectos que no son menores para nuestra vida. Un caso muy claro es el de las ilusiones ópticas: nos muestran una imagen de líneas que son iguales pero, por alguna razón, nuestra mente ve a una de ellas más larga que la otra. Nos explican que son iguales, nos las miden, nos cuentan por qué las vemos de diferente longitud. Luego de todo eso volvemos a observar… y vemos una más larga que la otra.
En el marco de nuestro cerebro, la memoria es el proceso de guardar información que luego podamos recuperar. La capacidad de recordar es una función fundamental: sería imposible construir cultura sin ella. A primera vista podemos ya darnos cuenta de cuán raro es el funcionamiento de este sistema en el cerebro humano: podemos reconocer a un compañero de primaria a quien no vemos hace veinte años y olvidar dónde apoyamos las llaves, hace apenas diez minutos. No nos olvidamos de cómo andar en bicicleta, aunque lo hayamos aprendido de pequeños y no hayamos vuelto a practicar, pero nos hacen una interrupción breve cuando estamos hablando y no somos capaces de retomar el hilo.
Quizá el déficit más notorio sea nuestra relativa lentitud: en el mismo tiempo que a nuestro cerebro le toma responder a la pregunta de “cuánto es dos más dos”, el procesador con el que cuenta el celular que está ahora en tu bolsillo puede hacer varios millones de cuentas más complejas. Por estas razones, nuestra mente es, a la vez, maravillosa y profundamente mejorable.
Hasta hoy la idea de poder perfeccionar el funcionamiento de nuestro intelecto sonaba a premisa de una mala película de ciencia ficción. Sin embargo, hace unas pocas semanas el más brillante emprendedor actual, Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX, anunció la creación de una nueva empresa llamada Neuralink que se propone hacer precisamente esto. Para ello, aspira a crear una red de electrodos que puedan implantarse en nuestro cerebro y nos permitan conectarnos con altísima velocidad a computadoras, redes u otros cerebros.
El objetivo es poder agregar a nuestra mente funcionalidades y capacidades como las que disponen los ordenadores, mejorando nuestra memoria, conectándonos a internet directamente desde nuestra biología, dándonos acceso a un volumen casi ilimitado de información y permitiéndonos computar mucho más velozmente, entre otras habilidades asombrosas. Esta tecnología permitirá también una comunicación entre seres humanos enormemente más fluida de la que es posible hoy, donde un individuo debe codificar un mensaje en palabras, otro individuo debe leerlo u oírlo, y finalmente decodificarlo, en un proceso que además de ser lento produce innumerables malos entendidos. 


La idea resulta algo perturbadora. Después de todo, esas fallas tan idiosincráticas nos hacen ser quienes somos. La idea de integrar tecnología en nuestra mente, más allá de darnos capacidades extra, quizá cambie de manera radical la experiencia de ser humanos. Si estás pensando que seguramente falte mucho para que algo así suceda, parece que no tanto. Ya es momento de prepararse, dado que Musk espera tener un primer producto de este tipo en unos 8 a 10 años. Como dijo alguna vez el futurólogo Arthur C. Clarke, “cualquier tecnología suficientemente avanzada resulta indistinguible de la magia”.

S. B. 

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