jueves, 30 de marzo de 2017

ELLA ES NOSOTROS; SI NO MORIMOS EN EL INTENTO

VIDRIERA DEL EGOISMO, LOS VIEJOS INVISIBLES
Foto: Dante Cosenza

 Todos los días a la misma hora la misma mujer se sienta a esperar. No sabemos qué cosa o a quién espera, pero verifica incesantemente en el reloj que se cumpla un horario. O, tal vez, hace sencillamente lo más difícil de todo: dejar pasar el tiempo para saber si conseguimos arrebatarle algo que no sea él mismo: algo que no pase. Dejar pasar el tiempo es también una variedad de la espera: la espera de que el tiempo termine. La espera es el ejercicio que se nos impone para conquistar lo permanente, para acostumbrarnos a lo que no se nos escurre, como los minutos, entre los dedos. Reflejado en el vidrio del hall del edificio de Acoyte y Díaz Vélez, el fotógrafo, igual que la mujer, tuvo que esperar. Esperó que la mujer se sentara a esperar. La imagen contiene también la historia de la conquista de una permanencia. El fotógrafo le arrebató algo al tiempo: la imagen de esa mujer que todos los días a la misma hora se sienta a esperar.
P. G.

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