miércoles, 22 de marzo de 2017

CINE RECOMENDADO


Elle: audaz, inquietante y sorprendentemente divertida
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Elle: abuso y seducción (Elle, Francia-Alemania-Bélgica/2016) / Dirección: Paul Verhoeven / Guion: David Birke, basado en la novela de Philippe Djian / Fotografía: Stéphane Fontaine / Edición: Job ter Burg / Diseño de producción: Laurent Ott / Elenco: Isabelle Huppert, Laurent Lafitte, Anne Consigny / Duración: 130 minutos / Calificación: Apta para mayores de 16 años


Estuvieron a punto de protagonizar esta historia -que en principio iba a rodarse en los Estados Unidos- Nicole Kidman, Marion Cotillard, Diane Lane, Sharon Stone y Carice van Houten, pero por suerte ha sido la francesa Isabelle Huppert quien interpretó -en uno de los mejores papeles de su dilatada trayectoria- a Michèle, una de las dos dueñas de un emporio dedicado al diseño de videojuegos en París.
El largometraje número 16 del talentoso realizador de Bajos instintos, El vengador del futuro, RoboCop y El libro negro -basado en la exitosa novela Oh..., de Philippe Djian- arranca con una escena (brutal, como varias otras posteriores) de una violación. Un encapuchado ingresa a la casona de Michèle y la agrede sexualmente dejándole múltiples secuelas.
Luego conoceremos la dinámica laboral (no es precisamente una jefa ni una socia fácil), familiar (tiene un pasado trágico que la condena, una madre con un "novio" joven y un hijo bastante patético que está a punto de ser padre), así como las relaciones con sus vecinos, sus amigos y sus distintos amantes.
Más allá del brillante y multifacético despliegue de Huppert (merecida ganadora del Globo de Oro y del Film Independent Spirit Award, entre muchos otros premios), en los papeles secundarios también se lucen otras figuras del cine francés: desde Anne Consigny hasta Charles Berling, pasando por Laurent Lafitte, Virginie Efira y Christian Berkel.
Elle: Abuso y seducción -que dialoga con los mejores thrillers psicológicos de Alfred Hitchcock, Brian De Palma y Claude Chabrol- es a cada minuto más audaz, inquietante y con un humor tan negro que perturba e incomoda siempre al espectador hasta descolocarlo por completo. No faltarán, por supuesto, aquellas mujeres con una óptica feminista más radical que cuestionarán la mirada del realizador hacia la mujer. La corrección política, se sabe, no es su principal preocupación.
Lo cierto es que la dupla Verhoeven-Huppert se entendió a las mil maravillas. Se percibe una conexión, una precisión, una convicción y sobre todo una complementación entre el director y la actriz que hacen de Elle... una película atrapante, divertida en su perversión y su apuesta por el absurdo que, de todas maneras, jamás deja afuera al espectador. Un regreso a lo grande de este holandés errante y auténtico maestro de la provocación.
D. B. 




Silencio: las tribulaciones de la fe en un film bello y austero
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Silencio (Silence, Estados Unidos - Taiwán - México / 2016) / Dirección: Martin Scorsese / Guión: Jay Cocks y Martin Scorsese, basado en la novela de Shûsaku Endô / Fotografía: Rodrigo Prieto / Edición: Thelma Schoonmaker / Elenco: Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Yosuke Kubozuka / Duración: 161 minutos


Más de tres décadas tardó Martin Scorsese en concretar uno de sus proyectos más deseados y más complejos de producir: la transposición de la novela homónima de Shûsaku Endô sobre las desventuras de dos jesuitas portugueses en el Japón feudal de 1643.
La religión, la obsesión, la culpa, la vanidad y los dilemas éticos y morales han sido desde siempre cuestiones que Martin Scorsese -de rígida formación católica- abordó en su filmografía, aunque es casi inevitable analizar a Silencio en relación con la controvertida La última tentación de Cristo. Aquí también hay un complejo entramado de luchas de poder, lealtades y traiciones, inquisidores y apóstatas, y -sobre todo- de contradicciones y dudas íntimas: ¿cómo sostener la fe en medio de las atrocidades del mundo real?
Los protagonistas son el padre Rodrigues (Andrew Garfield) y el padre Garupe (Adam Driver), dos jóvenes y entusiastas misionarios que deciden viajar a Japón en busca de su mentor, el padre Ferreira (Liam Neeson), quien aparentemente se ha quedado a vivir allí como un nipón más. Apenas llegan a destino descubrirán que la lucha contra el cristianismo es a sangre y fuego. En principio se esconderán con la ayuda de varios creyentes que practican la religión de forma clandestina, pero no tardará en aparecer el Judas de turno y la represión tendrá una escalada de torturas, crucifixiones y cuerpos quemados en la hoguera.
Si la primera parte tiene algo (no mucho) de cine de aventuras, la segunda y la tercera (la película dura casi tres horas) se concentran más en los debates religiosos, en las vicisitudes, disyuntivas y encrucijadas interiores y exteriores del padre Rodrigues. Es que es el ex Hombre Araña y notable intérprete de la reciente Hasta el último hombre quien carga el peso (en más de un sentido) de la película.
El guión del propio Scorsese y Jay Cocks (La edad de la inocencia, Pandillas de Nueva York) apela a múltiples recursos (como la lectura en off de varias cartas), mientras que el cineasta vuelve a trabajar en el terreno visual con el brillante director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto (El lobo de Wall Street) y su habitual colaborador en el diseño de producción como el italiano Dante Ferreti para reconstruir un mundo dominado por la belleza y la crueldad, el lirismo y el odio. Un universo lleno de matices y contrastes que hacen de Silencio -con su narración épica y austera a la vez- una película fascinante.
D. B. 



El amor se hace: una apuesta de riesgo que triunfa de formas inesperadas

El amor se hace (Kiki, el amor se hace, España 2016) / Dirección: Paco León / Guión: Paco León y Fernando Pérez, basado en la película de Josh Lawson / Fotografía: Kike de la Rica / Edición: Alberto de Toro / Elenco: Paco León, Ana Katz, Belén Cuesta, Candela Peña / Duración: 102 minutos / Calificación: apta para mayores de 16 años con reservas

Esta es una comedia romántica española con varios personajes, con distintas historias que casi no se cruzan, basada en una película australiana de 2014 y dirigida por Paco León, actor que se volvió director hace algunos años. Toda una apuesta de riesgo que triunfa de formas inusuales, inesperadas.
A partir de diversas obsesiones, problemas o parafilias sexuales -con objetos, situaciones, actividades o individuos atípicos-, El amor se hace plantea sus variados conflictos: la pareja con el deseo desgastado, la pareja con un pasado traumático, la chica fanática de ciertos tipos de tela, la pareja que no puede tener hijos y ella no puede llegar al orgasmo, la chica que se excita especialmente en situaciones muy específicas.
Los conflictos nucleares se rodean de algunas otras situaciones secundarias que sirven para hacer avanzar las historias, para presentar contextos y también como descompresión cómica (las que rodean a la historia del médico, sobre todo).
Cualquier dirección poco convencida de su material podría haber jugado las fichas al mero avance argumental y el estiramiento de los conflictos, a la tensión artificial que podrían generar las preguntas acerca de cómo va a terminar cada línea del guión. Pero Paco León sabe que es mejor que confiemos en su mirada, y hacer funcionar cada escena en particular, en su propia lógica, más allá del "suspenso romántico", aunque sin resignar nunca la cohesión. En ese sentido, la exactitud de gestos, dudas, miradas y gritos del equipo actoral, sobre todo del propio León, Ana Katz, Belén Cuesta, Candela Peña y Luis Callejo (también presente en otra recomendable película española reciente, Tarde para la ira), es fundamental para los logros de esta comedia singular, que no cree en las gastadas fórmulas del "doble sentido sexual", sino en la multiplicidad del sexo, en los caminos diversos.
Está muy lejos de ser menor el logro de León, porque la comedia romántica es difícil, y porque es aún más difícil hacerla con muchos personajes. Además, León actúa, dirige y escribe una comedia romántica de sexualidad encendida y bastante frontal, y en el camino no solamente se equivoca muy poco -algún tono actoral de la historia de la pareja más joven, algún desliz rítmico-, sino que presenta, en forma de película inusualmente disfrutable, un modelo posible, viable para la actualidad del género.
J. P. F. 


Terror con peso espiritual

En presencia del diablo (Goksung, Corea del Sur / 2016) / Dirección: Na Hong-jin / Guión: Na Hong-jin / Fotografía: Hong Kyung-pyo / Elenco: Hwang Jung-min, Kwak Do-won, Chun Woo-hee, Jo Han-cheol / Distribuidora: Energía / Duración: 156 minutos / Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas

Decir que En presencia del diablo es una película de terror sería poco preciso y bastante injusto. Sin preocuparse por las restricciones del género, Na Hong-jin logra provocar verdadero miedo construyendo un film que también es un policial con muchos toques de humor y una tragedia familiar. Esa combinación es un riesgo enorme que en otras manos podría haber resultado en un desastre, pero en las del director y guionista coreano logra un tono propio y original.
La raíz del miedo en En presencia del diablo, como en la mayoría de las películas de terror más efectivas, es espiritual-religiosa. El pecado y la posesión demoníaca forman un círculo vicioso en el que no se sabe qué vino primero, pero sí queda claro que sus consecuencias lo destruyen todo. En la búsqueda de una solución se recurre tanto a ritos autóctonos como a la colaboración de un seminarista cristiano, otro detalle más que contribuye a presentar una perspectiva muy distinta a la que Hollywood nos tiene acostumbrados.
El film tiene un gran impacto visual, con encuadres magistrales y un interesante uso del color. Entre tantas historias sobrenaturales que sólo tienen como fin asustar y fallan en lograrlo, este film se destaca por ser una obra singular, que provoca el miedo a través de un clima ominoso, una historia con peso espiritual y asaltando al espectador con imágenes que quedan impresas en el cerebro.
M. F. M.

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