lunes, 19 de septiembre de 2016

EN EL "ESPACIO MENTE ABIERTA" ;ECONOMÍA


Argentina: ¿Es la divergencia entre los tipos de interés doméstico y externo un asunto que el gobierno debiera atender?

Por Carlos Alberto Salguero.
La relación entre las variaciones en el tipo de cambio y los movimientos en las tasas nominales de interés ha estado siempre en el centro de discusión sobre la determinación y el comportamiento de las tasas de cambio.
Los diferenciales de tipo de interés resumen la interpretación que realizan los mercados de los fundamentos macroeconómicos, desequilibrios y asimetrías entre países. Cuando se introducen expectativas, surgen ciertas fallas macroeconómicas de coordinación; éstas muestran el juego de conjeturas hacia el futuro y los rendimientos esperados de tipos de interés y, de cambio.
Un ejemplo de tal secuencia de eventos ha podido observarse en la Argentina de fines de los ochenta, cuando las expectativas de devaluación de la moneda local, el austral, generaron persistentes turbulencias acerca del tipo de cambio frente al dólar, las tasas de interés y la inflación esperada.
Con frecuencia, se indica que el tipo de cambio spot (o de contado), en algún período determinado, podría diferir del valor esperado o futuro mediante la incorporación de nueva información y, consecuentemente, se sugiere que en países donde no hay grandes expectativas de que se modifiquen los determinantes del tipo de cambio, dichos tipos de cambio deberían ser innecesariamente volátiles.
Algunos autores, relacionados tradicionalmente con el enfoque de activos, sostienen que existen relaciones opuestas entre las dos variables. La razón básica de esa divergencia radica en cuál se considera que debe ser el nexo causal entre los stocks de dinero internos o externos: la paridad de intereses; la paridad en el poder de compra, PPP (purchasing power parity).
La paridad de tasas de interés se basa en dos supuestos centrales: la movilidad del capital y la sustitución perfecta de los activos nacionales y extranjeros. Si se tiene en cuenta el equilibrio del mercado de divisas, la condición de paridad de tipos de interés implica que el rendimiento esperado de los activos domésticos sea igual al rendimiento esperado de los activos en moneda extranjera ajustado por tipo de cambio.
La paridad del poder adquisitivo es una de las medidas más apropiadas para comparar la producción de bienes y servicios, con ventajas sobre el producto bruto interno nominal per cápita, ya que toma en consideración la variación de precios. Este indicador elimina la ilusión monetaria ligada a la variación de tipos de cambio, tal que la apreciación o depreciación de determinada moneda no cambiará la paridad del poder adquisitivo del país en cuestión, porque los habitantes de ese país reciben sus salarios y realizan transacciones en la moneda local. Situación que manifiesta el tratamiento diferencial que reciben los bienes transables y no transables de la economía.
En la Argentina de hoy, una atildada referencia para explicar los acontecimientos de hecho económicos fue expuesta en los años sesenta por Robert Mundell, un profesor de la Universidad de Columbia, y Marcus Fleming, investigador del Fondo Monetario Internacional, quienes analizaron el funcionamiento de las políticas fiscal y monetaria en una economía con tipos de cambio flexible y libre movilidad de capitales, dando lugar al reconocido modelo de Mundell-Fleming. Si bien el análisis ha sido refinado en investigaciones posteriores, la fundamentación teorética aún hoy goza de plena vigencia.
Según el Presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, el banco central no interviene en el mercado de divisas, sino que el tipo de cambio debe ajustarse para vaciar el mercado, de modo que la oferta y demanda de moneda extranjera se igualen. Por lo tanto, sin la intervención citada, el balance de pagos debe ser igual a cero. De hecho, cualquier déficit de la cuenta corriente (que incluye bienes y servicios, más transferencias) debe ser financiado con entradas de capital privado, y cualquier superávit con salidas de capital. En consecuencia, los ajustes de tipo de cambio aseguran el equilibrio de las cuentas corriente y de capital. Pero hay una implicancia esencial: solo cuando el tipo de interés doméstico es igual al del resto del mundo, no habrá entradas ni salidas continuas de capital. Una clara señal del desequilibrio de la economía argentina frente al resto del mundo.
La cuenta capital del balance de pagos está influida por la tasa de interés. Tasas de interés altas provocan una entrada neta de capitales y, a contrario sensu, tasas bajas implican una salida neta de capitales. Sin embargo, el flujo de inversiones hacia nuestro país tiene, entre otros, dos destinos primordiales: el circuito financiero y la compra –a precios de remate− de empresas del sector alimenticio. A pesar de la enorme liquidez global, el riesgo propio de nuestro país, Argentina, tiene un nombre específico: ¡el flagelo del déficit fiscal!
Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.

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