miércoles, 31 de agosto de 2016

OBRAS DE TEATRO MUY RECOMENDADAS


El escritor Hernán Casciari, ahora en Buenos Aires, protagoniza una obra con su verdadera familia, en dos salas
Hernán Casciari y su madre, Chichita. 

Quien haya tenido la oportunidad alguna vez de leer alguno de sus cuentos o de oírlos en la radio, sabrá que Hernán Casciari siempre vuelve a su Mercedes natal. Ese pueblo de la provincia de Buenos Aires es el escenario recurrente de muchas de sus historias, tan autorreferenciales como divertidas.
En esta ocasión, los personajes de sus cuentos -su familia y amigos- abandonan las páginas de los libros de Casciari para hacer de ellos mismos arriba de las tablas, arrastrados por la invitación del escritor (¿qué otra opción tenían?) para que formen parte de este nuevo proyecto personal llamado Una obra en construcción.
Allí están su madre Chichita -que inspiró la novela Más respeto que soy tu madre, convertida luego en éxito teatral por Antonio Gasalla-, su gran amigo el Chiri -ese gran compañero de aventuras-, o el Negro Sánchez, la temida "leyenda" que terminó casándose con la hermana del escritor. Todos reunidos en escena, haciendo de ellos mismos, o de lo que eran en aquel entonces, allá por los 70 y 80.
La escenografía es simple, nada pretenciosa. Reúne los rincones de la casa que lo vio crecer a Hernán, y a la que volvió tras vivir 15 años en un pueblo de Cataluña. Allí están el escritorio y la máquina de escribir que ya despertaban curiosidad en el futuro escritor, además del sillón donde murió su padre de un infarto, hecho que motivó la visita del escritor a su viejo hogar en Mercedes en octubre pasado, una experiencia que fue el germen de este proyecto, según reconoce Casciari. También está la mesa del comedor, donde más de una vez aparece Chichita para ajusticiarlo por cada nueva travesura de Hernán, esas que inspiraron tantos de sus cuentos.
Una obra en construcción es el último experimento de alguien que parece reinventarse en cada cosa que se propone. Como cuando pasó de escribir en su popular blog a crear la mítica revista Orsai, luego convertida en editorial. O ahora, en sus columnas semanales en Perros de la calle, el programa de Radio Metro conducido por Andy Kusnetzoff.
Esta nueva apuesta de Casciari, que desde su lanzamiento a principios de año viene llenando cada sala que visita, incluso del interior, permite que los personajes de sus cuentos se vuelvan realidad ahí arriba del escenario. Y lo logra, robando carcajadas y entreteniendo a su público fiel.
Él no es actor, ni pretende serlo. Su amateurismo es indisimulado. Hace de la imperfección una virtud. Pero sus historias no carecen de teatralidad. El escritor que en diciembre pasado sobrevivió milagrosamente a un infarto en Montevideo, reaparece para desplegar en el escenario todo su talento, evocando y dándole vida a las escenas de su infancia, marcadas por el complejo de su gordura, plasmadas irónicamente en las páginas de sus libros.
Y justamente en eso radica el punto fuerte de este biodrama: en el privilegio de poder estar allí, viendo cómo sus historias se vuelven realidad. Sólo que esta vez, claro, gracias a la presencia en vivo y en directo de sus personajes, arrancados a la fuerza del anonimato.
Con localidades que se agotan varias semanas antes de cada presentación, Casciari continúa presentándose cada miércoles y jueves en una amable sala de la Chacarita: Santos 4040 (Santos Dumont 4040), como viene haciéndolo desde mayo. El éxito logrado lo ha llevado a sumar nuevas funciones en una sala más amplia, el Auditorio Belgrano (Virrey Loreto 2348), donde se presenta los viernes y/o domingos. Las localidades se venden sólo por internet, a través de eventbrite.com.ar, a partir de 200 pesos.

G. B.
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Homenaje de un nieto a un abuelo judío
A través de una historia personal, Diego Lichtensztein evoca a la diáspora ruso-judía con canciones
Diego Lichtensztein.
"Abrí la ventana. Están ahí. Vienen a buscarme mis padres." Hacía mucho frío ese invierno cuando Sasha Jusid, al que todos llamaban Shike, estaba internado en una clínica. Tenía 87 años, estaba enfermo, pero su cabeza intacta. No alucinaba cuando le habló por última vez a su nieto adolescente para después partir, reconciliado con el pasado, la tradición y el Dios al que había culpado por el desarraigo y la muerte trágica de su familia de origen a la que nunca más volvió a ver desde que tuvo que abandonar Rusia, a los 17 años. Acerca de esa historia cuenta Zeide Shike (Abuelo Shike en idish), la obra que aquel nieto después adulto, el actor y cantante Diego Lichtensztein, imaginó para homenajear ese recuerdo y el de tantos inmigrantes que llegaron a la Argentina.
Estrenado en 2010, el espectáculo vuelve los domingos a El Método Kairós con algunas novedades. En lugar de Divina Gloria o Zully Goldfarb, esta vez a Lichtensztein lo acompaña la actriz Mirta Wons y los músicos Norberto Vogel y Víctor Murstein, siempre con la dirección de Perla Laske (también coautora).
"Es muy movilizante lo que sucede. No vuela ni una mosca porque el tema les llega a todos los espectadores, no sólo a los de la comunidad judía. ¿Quién no tiene un abuelo o abuela que vinieron solos de España, Italia o Armenia, con sus costumbres y canciones de cuna? La gente me lo dice, se siente muy identificada", dice Lichtensztein, tenor y jazán (quien guía los cantos en la sinagoga), realizador entre 2013 y 2015 de los espectáculos Jango y tazz y La leyenda del amor, con la actriz y cantante Dalia Elnecavé.
Fue en 1924, para evitar que sufriera el largo servicio militar soviético, que los padres de Shike decidieron mandarlo junto al hermano mayor que ya estaba en Nueva York. Pero no pudo ser. El cierre de las fronteras desvió su destino hacia el sur, sin ningún contacto ni conocer una palabra en castellano. Al llegar al puerto, un paisano le sugirió dirigirse a un lugar, también al sur, pero del Gran Buenos Aires, la localidad de Remedios de Escalada donde encontró un hogar y un trabajo como vendedor ambulante, se casó con Sara y tuvo cuatro hijos.
"Era muy parco, hablaba muy poco. Mi mamá, la menor de los cuatro, me contó que lo veía llorar al recibir alguna carta, escondido bajo la parra, en el fondo de la casa. Sus hermanas terminaron en un campo de concentración nazi. Tampoco se reencontró con el hermano. Por eso estaba enojado con la religión, se alejó de todo eso, se sentía frustrado por tanto dolor", dice Lichtensztein, el presentador en Zeide Shike y también el nieto que dialoga con la abuela, el papel de Wons.
Entre otras, las canciones que ambos interpretan son "Adiós Nonino" (Ástor Piazzolla), "Puente invisible" (Marilina Ross), "Siempre se vuelve a Buenos Aires" (Eladia Blázquez), "No quisiera quererte" (Horacio Guarany), "Papirson" (Herman Yablokoff), "A bisele Mazl" (Ben Zion Wittler), "Amanecer, anochecer" (tema de El violinista en el tejado), Papa Can You Hear Me? (tema de la película Yentl) y una de las preferidas de Shike, "La añera", de Atahualpa Yupanqui, la que dice "cuando se abandona el pago y se empieza a repechar, tira el caballo adelante, y el alma tira pa' trás". "Así se sentía él -cuenta Diego-. Pero al final, justo antes de morir, estoy seguro que estuvo en paz y se reconcilió con su propia historia."
Zeide Shike
Dirigido por Perla Laske
El Método Kairos, El Salvador 4530.
Domingos, a las 18. $ 200

L. G. 

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