jueves, 25 de agosto de 2016

LECTURA RECOMENDADA


Enciclopedia de males imaginarios
Sobre Las aflicciones, de Vikram Paralkar
El obstáculo principal de Las aflicciones, de Vikram Paralkar (India, 1981), está en la repetición de un método, el único que el autor logra desplegar en su primer libro: inventar enfermedades a través de una Encyclopaedia medicinae inexistente. Es ahí donde resulta necesario diferenciar entre lo que se podría llamar "el método literario" y su "producto narrativo". Es decir, entre la forma con la que Paralkar describe cincuenta padecimientos imaginarios distintos y lo poco (e insípido) que logra hacer con el conjunto. Si esa debilidad se debe a que la ocupación principal de Paralkar no es la de escritor sino la de médico hematólogo (profesión que ejerce en Estados Unidos), o si se trata, en cambio, de un uso estético deliberado de la extenuación, son parte de las preguntas que Las aflicciones cede a sus lectores.
Por su lado, el método de Paralkar no sólo se acerca rápido a la extenuación: también desintegra la posibilidad de que el volumen funcione como lo que realmente es -un libro de cuentos-, al enmascararlos con siete pasajes breves que pretenden darle la consistencia de una novela (como si la cohesión de un catálogo insular de enfermedades fantásticas no tuviera ya la suya).
Para acceder a la Encyclopaedia medicinae, entonces, Paralkar incluye la aparición esporádica de Máximo, un bibliotecario enano que en su primer día en la Biblioteca Central, "un lugar similar a un monasterio", recibe las indicaciones de quien se ha encargado durante setenta años de velar por los "trescientos veintisiete volúmenes, cada uno con su propia estantería de teca y su mesa de lectura". Aunque el guía que habla a Máximo da a entender que su muerte es inminente -y el analfabetismo que rodea a la biblioteca muy peligroso-, la instrucción del nuevo bibliotecario se difumina entre anécdotas sobre algún ataque fallido contra la Encyclopaedia y la fugaz especulación acerca de si "habría bibliotecas en el más allá". De ahí que, sin precisiones sobre el tiempo ni sobre el espacio en el que esos diálogos tienen lugar, y sin permitir a los personajes otra profundidad que la del puro marco accesorio, Las aflicciones termine por depender sólo del ingenio de las entradas de la enciclopedia ficticia. Y en ese punto, finalmente, Paralkar no lo hace tan mal.


Con la "Amnesia inversa", por ejemplo, una enfermedad en la que son los otros quienes lo olvidan a uno, el libro roza cuestiones como el fin del amor y la experiencia del exilio, mientras que la "Immortalitas diabolica" -que transfiere por siempre a otros los síntomas de decadencia propios- perfila la idea de que los sufrimientos neuróticos no son menos crueles que los clínicos. En su momento más incisivo, de hecho, Paralkar se permite también algunas notas de crítica social. Como cuando con la "Foetus perfidus", "que sigue desconcertando a médicos y filósofos", alude al aborto a partir de una enfermedad que desde el séptimo mes invierte la evolución del embarazo hasta su desaparición, o la "Virginitas aeterna", que proyecta el conflicto -que para ciertos feminismos resulta crucial- entre "una aversión a todo tipo de sensualidad" y la insistencia en reparar "y devolver a su condición inmaculada partes de la anatomía que es mejor dejar dañadas" (un mal que la enfermedad de "Torpor morum" lleva al paroxismo de la corrección política al obligar a sus víctimas a decir la verdad "sin tolerar las ambigüedades ni siquiera en sus afirmaciones más veraces, por lo que tienden al silencio").
Pero ¿bastan tres o cuatro instantes locuaces para salvar todo un libro? Ahí es tal vez donde merezca cuestionarse con cuidado la explotación algo apurada de un "aura borgeana". Una presencia que, al menos en Las aflicciones, cuesta identificar con certeza más allá de cierta bibliofilia caricaturesca y algunas menciones acartonadas sobre el infinito, la teología y la precariedad imaginaria de la memoria.
LAS AFLICCIONES
Por Vikram Paralkar
La Bestia Equilátera
Trad.: L. Wittner
150 páginas
$ 195
N. M.

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