miércoles, 24 de agosto de 2016

INVOLUCRATE, COLABORÁ, DONDE QUIERAS, CON LO QUE PUEDAS....LA SOLIDARIDAD NOS HACE FELICES

Es deber de todos involucrarse y contribuir para ayudar a los que nada tienen y se han visto forzados a buscar su hogar en la vía pública
Soledad, abandono y postración; una imagen que nos interpela
Soledad, abandono y postración; una imagen que nos interpela.
Cada año, con la llegada del invierno, numerosas organizaciones alertan sobre el incremento en el número de personas en situación de calle, muchas en un triste estado de abandono aun tratándose de ancianos o familias enteras con niños. Por su parte, las autoridades porteñas afirman que el número se mantiene estable desde hace cinco años.
Las diferencias entre lo referido por unas y otras son llamativas: para las organizaciones de la sociedad civil (OSC) hay, con respecto al año pasado, entre un 20 y un 25 por ciento más de personas en situación de calle, cálculo que hacen sobre la base de las viandas que preparan y reparten diariamente los siempre pequeños pero admirables ejércitos de atención al que sufre la calle y el frío.
Desde el Ministerio de Desarrollo y Hábitat del gobierno de la ciudad sostienen que las estadísticas no se han modificado en los últimos cinco años, dando cuenta de entre 850 y 900 personas, según el censo anual que manejan, sin contemplar hoteles ni paradores. Estos guarismos no reflejan lo que acontece, pues nadie que preste verdadera atención a lo que se ve en las calles osaría decir que la situación es idéntica de cinco años a esta parte. Lamentablemente, ha empeorado.
Justamente, en la contabilización de gente en los hoteles y paradores podría estar la razón de las diferencias en los números. Para las OSC que trabajan y atienden a las personas vulnerables y sin hogar, muchos acuden a ellas desde esos albergues porque no les alcanza el dinero para pagar también su comida. La ONG Médicos del Mundo asegura que las personas que "sobreviven" en las calles porteñas son más de 16.000, incluyendo a los que literalmente están en la calle, los que habitan en paradores, reciben subsidios habitacionales o están en riesgo de desalojo.
 La Justicia ha ordenado al gobierno de la ciudad que realice un relevamiento de personas en situación de calle y de quienes están en riesgo y que elabore un diagnóstico.
Sorprende que las autoridades se congratulen de que este mismo año hayan aumentado las llamadas al 108, el número de asistencia social inmediata a disposición de los ciudadanos. Que los ciudadanos vehiculicen así su pedido de ayuda sin duda habla bien del compromiso que activamente asumen, pero lejos está de ser ésta una situación que merezca celebrarse. En lo que va de 2016 se reciben a razón de 300 llamadas diarias, es decir que el caudal aumentó en estos últimos meses hasta un 50%, lo cual podría estar indicando que cada vez más los porteños se involucran en la lucha contra el frío y/o que cada vez más gente en situación de calle nos conmueve.
No es la primera vez que desde estas columnas se reflejan disparidades sobre estas dolorosas cifras. Debe ser bienvenido que las autoridades de la ciudad señalen un aumento de la solidaridad hacia los que sólo cuentan con la calle como refugio, sin opciones y con infinitas dificultades. Está claro que de ninguna manera pueden desoír tampoco el reclamo de las OSC, activas testigos de una realidad que enfrentan noche y día, con equipos de jóvenes que generosa y desinteresadamente se acercan a los sin techo ni pan.
El padre Rafael Braun planteaba que hay tres desafíos que debemos encarar como sociedad. Proponer un liderazgo creativo, innovador y audaz que mejore la calidad de una vanguardia que no puede estar sólo preocupada por encuestar la opinión de los que siguen detrás; ayudar y entrenar a quienes han demostrado que puedan caminar por sí mismos para que lo hagan mejor y dedicar parte de las mejores cabezas, corazones y energías para atender debidamente a los rezagados, a fin de que no haya excluidos.
Aunar fuerzas es lo más aconsejable. Desde hace mucho tiempo, la solidaridad de los argentinos busca cauces naturales. El aporte de todos para solucionar problemas que son de todos es imprescindible. Nuestros conciudadanos que, sin importar por qué razones, nada tienen nos interpelan y nos convocan a la acción. Y son las autoridades, el Estado, los que deben organizar las fuerzas propias y las de la comunidad, para que el bienestar común sea mucho más que una expresión de deseo al alcance de sólo algunos.

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