viernes, 19 de agosto de 2016

HISTORIAS DE VIDA Y CUENTAS A PAGAR

¿PORQUÉ ELEGÍ ESTA HISTORIA PARA UDS?
POR SU BELLEZA ESTÉTICA, DE VIDA Y AMOR...EN REALIDAD FUE UN CASTIGO PARA MI Y LA COPIÉ LLORANDO...NO FUI VALIENTE, NI CARIÑOSA, NI COMPRENDÍ NADA. SÓLO QUERÍA EVITAR LA IDEA DE LA MUERTE. ESTE POST LO SELECCIONÉ EN HONOR A MI MADRE LEA. LA ACOMPAÑÉ POCO Y DE MALA GANA (SIEMPRE LA CREÍ INMORTAL). NUNCA LA VI EN LA PALIDEZ DE LA PARTIDA,YO ORDENABA. LLAMEN A TAL Y CUAL. ELLA QUERÍA ÉSTO O AQUELLO. OTROS CERCANOS LA DEVOLVIERON AL MAR. CERRÉ LA PUERTA DE LA HABITACIÓN DEL HOTEL. Y COMENCÉ A LLORAR...NUNCA DEJÉ DE HACERLO. POR CUALQUIER COSA Y EN CUALQUIER MOMENTO. HAY UN DIÁLOGO ABIERTO QUE EN UN FUTURO CERRARÉ; SI DIOS LO PERMITE..PERDÓN
Los últimos meses de mi abuela
Gaia Squarci, fotógrafa de Reuters, documentó los últimos días de vida de su "Nonna" en Italia en un excelente ensayo fotográfico
Foto: Reuters / Gaia Squarci
"La vida de mi abuela y la mía se superponen durante 27 años. Siempre la llame "Nonna".
Nuestra diferencia de edad y de los valores profundamente contrastantes y forma de pensar no nos impiden el desarrollo de un fuerte vínculo y una relación marcada por traviesos juegos y momentos de ternura y humor. Nos quedamos sorprendidos por nuestras diferencias.
Edición Fotográfica : Alfredo Sánchez
Foto: Reuters / Gaia Squarci
"¿Sabes? yo todavía era joven cuando naciste," me dijo unas pocas semanas antes de morir. Es un poco como crecimos juntas.
En un almuerzo unos meses antes en Milán supe por mi madre, su hija, que Nonna, con 85 años, sufría de cáncer de hígado incurable. Años antes ya había sobrevivido a dos episodios de cáncer de mama.

Foto: Reuters / Gaia Squarci
Nonna me decía una y otra vez que la noticia de mi nacimiento le había dado la fuerza para luchar.
Cuando supe que estaba enferma de nuevo yo acababa de aterrizar en Italia, donde estaría sólo tres días antes de volar de vuelta a Nueva York.
Foto: Reuters / Gaia Squarci
Aún más desgarrador que el miedo de decir adiós estaba el hecho de que mi abuela no sabía lo enferma que estaba. Mi madre y mi tía creían que no podía soportar la idea de una tercera batalla contra el cáncer, que esta vez afectó su hígado. Nonna fue informada por miembros de la familia que su hígado estaba enfermo.
Foto: Reuters / Gaia Squarci
Pero nadie mencionó la palabra "cáncer".
Debido a esto, una pregunta nos persiguió hasta el día en que murió: ¿Teníamos derecho a saber la verdad sobre su condición cuando ella no lo sabía?
Marisa Vesco abraza a su sobrino Luca Squarci.. Foto: Reuters / Gaia Squarci
Nonna pasó la mayor parte de sus últimos meses en casa, rodeada de su familia. Ella quiso reconciliarse con la idea de la muerte y dijo que poco a poco podía sentir que venía.
Los médicos consideraron que la cirugía y la quimioterapia no tendrían sentido.
Foto: Reuters / Gaia Squarci
En medio de todo esto, me di cuenta de que mi madre estaba perdiendo a su madre.
Después de regresar a Italia por unos meses, fui testigo de la gama de emociones de mi madre.
El mundo de Nonna se redujo a unas pocas paredes y un menor número de calles. En esta existencia estrecha, cada detalle y acto diario adquirió un significado más profundo.
Foto: Reuters / Gaia Squarci
Una de las cosas que mi madre hacía era darle a su madre un baño. Ella no dudó en tocar su viejo cuerpo, y no quería que otros lo hicieran en su nombre.
Me uní a mi madre y a mi abuela en el baño para observar en silencio con mi cámara.
Foto: Reuters / Gaia Squarci
Como he experimentado esos momentos preciosos, me imaginaba a una edad avanzada y pensé en cómo cambia el tiempo en perspectiva de ser una mujer.
Como mi abuela se enfrentó a mi lente completamente desnuda, su cuerpo presentaba signos de enfermedades pasadas y presentes, y no mostró la más mínima vergüenza. Sólo confianza y orgullo.
Foto: Reuters / Gaia Squarci
Si hablas con la gente en la ciudad de Nonna, dicen que nunca salió de la casa sin envolverse en una nube de perfume, su pelo blanco perfectamente peinado y su cara teñida de maquillaje.
Me sorprendió la forma en que se enfrentó a estar enferma sin perder su feminidad. Ella fue capaz de reírse de sí misma. Más de una vez me preguntó: "¿Voy a terminar en Vogue o Marie Claire?"
Foto: Reuters / Gaia Squarci
El 11 de octubre de 2015 Nonna murió en Biella, Italia, y yo estaba al otro lado del mundo, en Brooklyn, Nueva York. Había pasado cinco meses con ella, celebrando su vida en vez de estar de luto por su muerte.
Recuerdo dar un paseo por el barrio de Greenpoint de Brooklyn, mirando fijamente durante un rato a los niños compitiendo en una carrera. No podía creer el hecho de que Nonna ya no era una parte del mundo que me rodea.
Luché con el concepto de la muerte y la emoción que llamamos dolor. Encontré la paz sólo cuando regresé a Italia para difundir las cenizas de Nonna.
Foto: Reuters / Gaia Squarci
Mi familia y yo caminamos hasta su lugar favorito, en las montañas, no muy lejos de Cossato, en el noroeste de Italia, la ciudad en la que había crecido.
Sus cenizas se sentían pesadas en mis manos. Las tiré lejos en el aire. Cayeron todas sobre la hierba y sobre todo mi cuerpo. Mi madre, su hermano y su tía hicieron lo mismo, una y otra vez.
Al final, estábamos cubiertos de cenizas de Nonna, así como el campo que nos rodeaba.
Meses más tarde mi madre me envió una fotografía de ese campo: estaba completamente cubierto de flores.

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