viernes, 29 de julio de 2016

TEATRO EN HORARIOS NO CONVENCIONALES (UNA BUENA NOTICIA)


Cada vez hay más propuestas de excelencia pertenecientes al circuito oficial o al independiente que suben a escena a la tarde o a la mañana; él éxito que tienen da la certeza de que hay espectadores para llenar las salas
Elenco de Mi hijo sólo camina un poco más lento, por la calle Pasco. Salida al teatro y cena, antes o después: era y es un plan vigente, en versión modesta u onerosa, según los bolsillos. Las funciones por la tarde, y ni hablar en vacaciones de invierno, eran o continúan siendo exclusivas para los espectáculos infantiles. Sin embargo, poco a poco fueron instalándose otras costumbres. Primero, los superlunes -un día tradicionalmente nulo para las salas- comenzaron a brindar ofertas especialmente en el circuito off. Después, la función vespertina se expandió para los que no quieren volver tarde a sus casas. Por último, obras para público adulto abrieron sus puertas al mediodía y en horarios típicos de infantiles. Sin temor a equivocarse, el que busca encuentra y es probable que en este mismo instante, en alguna parte de la ciudad de Buenos Aires, un grupo de actores esté por salir al escenario.



Sin duda, la opción que focalizó todas las miradas es Mi hijo sólo camina un poco más lento, la obra del croata Ivor Martini... y dirección de Guillermo Cacace que no sólo ganó premios y excelentes críticas, sino que se convirtió en una propuesta a sala llena con espectadores que traspasaron la barrera de la endogamia alternativa. Desde 2014 se presenta en la sala Apacheta los fines de semana antes o apenas después del almuerzo.
"La elección del horario no responde a una especulación marketinera. Fue un ejercicio de coherencia con una demanda genuina de la obra, de las condiciones que la hicieron posible. La ensayamos por las mañanas a plena luz de día, con la claridad entrando por todas las ventanas. Cuando intentamos una puesta de luces convencional nada lograba el mismo efecto de sinceridad poética. Incluso nuestros cuerpos y los del público logran otro nivel de afectación, de porosidad receptiva cuando para todos han pasado pocas horas de recién salir de la cama. Hasta el sonido es distinto, se habilita otra sensibilidad", dice Cacace, quien reconoce que al principio eran muchos los que manifestaban que "ni locos" cambiaban la rutina, pero después, ante el de boca en boca, aceptaron. "Claramente no es sólo mérito del horario. Las experiencias estéticas no tienen horarios, sino que es una cuestión del sistema de conveniencias institucionales fijadas por parámetros absolutamente exteriores a las obras. Es el sector independiente el que se expone a asumir más riesgos y ojalá se expanda más. Ya pasa algo así en alguna sala oficial y seguirán otras. Lo importante es que hay que acompañar los horarios con la consistencia de las propuestas escénicas."

En el Teatro Nacional Cervantes, por ejemplo, hace rato que hay oferta en horarios "inusuales" para poder conciliar las funciones y evitar superposiciones en las tres salas (María Guerrero, Luisa Vehil y Orestes Caviglia).

 Hoy, Los corderos, de Daniel Veronese, va de viernes a domingos, a las 18, y Leonardo, de Gerardo Hochman, después de las vacaciones, continúa los fines de semana, a las 15. 
Por el lado del Complejo Teatral de Buenos Aires, en el barrio de La Boca, el remodelado teatro de la Ribera reabrió sus puertas con El andador, de Norberto Aroldi, a las 15. 
Un pionero fue Daniel Suárez Marzal, quien hace diez años propuso que su puesta en escena de El perro del hortelano vaya a las 14, en el Teatro de la Ribera. Según el director, Andrés Bazzalo, la idea pertenece a los funcionarios porteños, pero tanto él como el elenco (Muriel Santa Ana y Agustín Rittano) estuvieron de acuerdo: "A las 19, cuando cierra Fundación Proa, la zona queda absolutamente desolada y vacía. Ya una hora antes se van yendo todos los puestos y cierran los bares y boliches. La verdad, impresiona. ¡Ni un quiosco! Sin embargo, desde el mediodía hasta la tarde, especialmente los fines de semana soleados, es una fiesta, una salida de paseo. Además se trata de una obra popular de los años 60, ideal para un público mayor que rememora el Buenos Aires de entonces, su juventud o infancia. A ese público le viene muy bien ese horario. Queda tiempo para tomar un café en la esquina o darse una vuelta por Caminito".


Por su parte, en la fila para entrar a Timbre 4 a la función de los jueves, a las 17, de Nerium Park, del catalán Josep María Miró y dirección de Corina Fiorillo (hacedores de El principio de Arquímedes), la mayoría del público es jubilada o vive en el conurbano, es decir, gente que en horario laborable está libre o aquellos a quienes se les complica el regreso a su casa por el transporte nocturno. Los menos, pero los hay, son actores que trabajan por la noche y por la tarde entonces aprovechan para ver obras de amigos y colegas. Uno de los protagonistas de Nerium Park -junto con Paula Ransenberg- es Claudio Tolcachir, el dueño y fundador de la exitosa sala de Boedo: "El hecho de tener un lugar propio nos da la posibilidad de experimentar y probar diferentes propuestas tanto en lo artístico como en la producción y programación. En parte se trata de eso. Inventar y buscar formas nuevas. Generando un diálogo cercano con quienes se acercan a la sala. 

Así fue la búsqueda, en su momento, de que el público de teatro independiente pudiera reservar o comprar las entradas por Internet, cosa que antes no existía. Y en cuanto a los horarios, hace años que escuchamos el pedido de muchísima gente que no quiere ir al teatro de noche, que le encanta volver temprano a casa o aprovechar para conciliar con otras actividades. Al mismo tiempo tenemos un público muy reactivo a las novedades. Por suerte, la curiosidad de los espectadores juega a favor de las nuevas ideas", dice el actor, autor y director quien, de paso, anuncia que desde agosto vuelve Tribus, de la británica Nina Raine, pero no al Complejo La Plaza donde la estrenó el año pasado, sino en su sala, los sábados, a las 17.

También en Timbre 4, los domingos por la tarde regresó la elogiada Nada del amor me produce envidia, de Santiago Loza, dirección de Diego Lerman y protagónico de María Merlino. "Es un horario en el que ya estuvimos años anteriores y nos funciona -dice Lerman-. Fue de común acuerdo con el teatro porque nosotros estamos con otras obras y era nuestra única posibilidad (La dama del mar, de Henrik Ibsen, en el Sarmiento). Es un año difícil para la convocatoria teatral que ha caído muchísimo, pero aun así, por ahora, tenemos convocatoria sin encontrar diferencias en el tipo de público."



Al menos, en principio, obras como No yo y La última cinta de Krapp, de Samuel Beckett, no parecen asociadas al mundo diurno. No obstante, los directores Rubén Pires y Omar Aita, responsables de Beckett vs. Beckett, en El Tinglado, aceptaron presentarla los domingos, a las 16. "Nos arriesgamos porque ambos teníamos otras ocupaciones por la noche. Y tiene sus ventajas. Mucha gente prefiere volver temprano a su casa o está temerosa por la inseguridad, pero además presiento que suponen que la van a pasar bien porque nadie arriesgaría una producción así si no está buena la propuesta. 

Para otros es el horario de la siesta dominguera y jamás vendrían, eso es cierto también. Depende mucho si hay fútbol, si hace frío o está lindo el día. Lo seguro es que los que vienen a esa hora es porque aman el teatro", dice Aita. Por amor o por temor, por el clima o el precio del remise, por elección estética o por disponibilidad, la franja tempranera gana lugar en el teatro: mejor que sobre y que no falte.

Algunas propuestas para la tarde

Mi hijo sólo camina un poco más lento, de Ivor Martinic-Guillermo Cacace: En Apacheta (Pasco 623), sábado y domingo, a las 11.30 y a las 14. $ 220.

Nerium Park, de Josep Maria Miró-Corina Fiorillo: En Timbre 4 (México 3554), jueves, a las 17; y domingos, a las 19.15. $ 200.

Tribus, de Nina Raine-Claudio Tolcachir: En Timbre 4, sábado (desde el 6 de agosto), a las 17. $ 200.

Nada del amor me produce envidia, de Santiago Loza / Diego Lerman: En Timbre 4, domingos, a las 17. $ 180.

La suerte de la fea, de Mauricio Kartun-Paula Ransenberg: En Timbre 4, domingo (desde el 7), a las 17. $ 180.

Beckett vs. Beckett, de Samuel Beckett / Omar Aita y Ruben Pires: En El Tinglado (Mario Bravo 948), domingo (desde el 7), a las 16. $ 230 (Jubilados y estudiantes $ 180).

Los corderos, de Daniel Veronese: En el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815), viernes, sábado y domingos, a las 18. $ 75.

Leonardo, de Gerardo Hochman: En el Teatro Nacional Cervantes, sábado y domingo, a las 15. $ 60.

El andador, de Norberto Aroldi-Andrés Bazzalo: En el Teatro de la Ribera (Pedro de Mendoza 1875), viernes, sábados y domingos, a las 15. Desde $ 80 (y los viernes $ 50).

Como si pasara un tren, de Lorena Romanin: En El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), domingos, a las 17. $ 200 (jubilados $ 150).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.