martes, 21 de junio de 2016

PARA TODO EL EQUIPO IPC


Parece mentira que en la Argentina sea noticia la difusión de un índice oficial de precios correcto, si no fuera porque el relanzamiento del IPC, cierra la vieja etapa 


Jorge Todesca, actual director del Indec y uno de esos economistas sobreseídos, no tiene pruritos en admitir que con el remozado IPC de Capital Federal y Gran Buenos Aires para sincerar desde mayo el comportamiento de los precios, se zanjó el dilema entre responder en seis meses a la demanda de un índice confiable o reconstruir todo el proceso para elaborar un nuevo indicador, que llevaría mucho más tiempo. También defiende la decisión de haber discontinuado en diciembre el índice nacional lanzado en 2014, que define como un "cascarón vacío". De hecho, el Ipcnu no midió la inflación por regiones, los datos provinciales nunca aparecieron y el cambio fue utilizado como excusa para enterrar los precios de las canastas básicas para determinar las líneas de indigencia y pobreza. Volverán a estar disponibles en agosto, cuando concluya la actual revisión de los ingresos de la población. Mientras tanto, el Indec trabaja contrarreloj para difundir a fin de mes el PBI retroactivo a 2004, con actualización de cantidades y valorización por precios mayoristas, donde también se descubrieron varias fallas.
Todesca sostiene que a causa de los problemas anteriores es imposible empalmar las series estadísticas para reconstruir la verdadera inflación minorista de los últimos años. En cambio supone que el IPC del Indec volverá a usarse como base del CER, ya que el organismo dejará de validar como alternativos los índices de precios de CABA y San Luis. Los mercados ya descontaron el cambio, que también alcanza a las nuevas unidades de vivienda (UVI).
Uno de los méritos del remozado IPC es de manual: detalla los precios promedio de los bienes y servicios, que habían desaparecido hace años de la información oficial. Pero al reiniciarse con las variaciones de mayo y sin retroactividad, no incluye el impacto de los fuertes aumentos de tarifas de abril, mes base del indicador. Aun así trascendió que se buscaría reconstruir el período enero-marzo para completar este año calendario.
Para apurar el índice debió recurrirse a las ponderaciones de la encuesta 2004/2005 de gastos de hogares, reconstruidas desde cero con precios actualizados para reflejar ítems con mayor peso relativo (celulares, acceso a Internet, electrodomésticos, etcétera). En las grandes cadenas comerciales, la medición se basa en los precios de las góndolas con pago al contado, lo que diluye en el IPC que un mismo producto tenga distintos precios según el día de la semana, forma de pago, tarjetas de fidelización, ofertas tipo 2 x 1, 3 x 2 o descuentos en caja por el total de la compra. Las ofertas especiales se computan cuando exista un stock suficiente para todo público, al igual que los productos con "precios cuidados".
Otra novedad es que el IPC oficial vuelve a incluir la inflación "núcleo", que representa casi 70% de la canasta total, al desagregar el comportamiento de precios regulados o con alto componente impositivo (combustibles, transporte de pasajeros, electricidad, gas, agua, teléfonos, sistemas de salud, cigarrillos, etcétera) que tienen una participación de 19,4%, y el de los bienes y servicios con fluctuaciones estacionales (frutas, verduras, indumentaria, turismo, etcétera) con el 10,8% restante.
Este dato recobró importancia desde que el BCRA lo utiliza para regular las tasas de las Lebac en función de la tendencia inflacionaria sin incluir esas dos categorías. Aun así no deja de ser una herramienta de análisis técnico. En la práctica, todos los aumentos de precios (sean o no regulados o estacionales) impactan en el poder adquisitivo de los consumidores.
Un botón de muestra es la medición de la canasta fija de 30 productos de consumo masivo (alimentos, bebidas y productos de limpieza), que realiza esta columna en la misma sucursal de una cadena de supermercados. En la primera quincena de junio, el costo ascendió a $ 2092, con una suba de 4,1% respecto de mayo ($ 2009,60) y de 13,3% en comparación con diciembre ($ 1846,40). Pero si se excluyen los cinco rubros de frutas y hortalizas (que aumentaron 14,8% en el último mes), esos incrementos se reducen a 2,7% y 8,1%, respectivamente.
Por cierto que esta canasta restringida no incluye las ponderaciones de un índice de precios ni los servicios que elevaron aún más la inflación. Sin embargo muestra otras particularidades. Por ejemplo, 18 rubros no registraron variaciones en lo que va de junio y en sólo 2 hubo retrocesos, caso zapallitos (-11%) y queso en barra (-7%). Pero en los 10 restantes se verificaron incrementos, entre los cuales sobresalen productos estacionales como pimientos rojos (43% y un precio de $ 99 por kilo), berenjenas (27%) y otros con ajustes "hormiga" de pocos pesos, aunque porcentualmente significativos. Es el caso de la variedad light de una gaseosa de primera marca (10,1%), jamón cocido (16,7%), supremas de pollo (13,9%), suavizante de ropa (17,7%), servilletas de papel (8%) y agua mineral (7,7 por ciento).


Para junio, el IPC del Indec reflejará parte de los ajustes en las tarifas de Aysa, así como de medicina prepaga y celulares, mientras en julio sumará el probable aumento del subte. Como contrapartida, la Secretaría de Comercio activa un acuerdo voluntario con laboratorios extranjeros y locales para lanzar en julio una lista de precios "anestesiados" sobre la base de 140 drogas sugeridas por la Superintendencia de Salud.
De ahí en más, con el dólar planchado y sin aumentos de tarifas y combustibles hasta fin de año, tendrá más sentido detenerse en la marcha mensual de la inflación "núcleo". Después se verá si la historia es diferente en 2017 y si cumplirá o no la meta oficial equivalente a la mitad de este año, que cerrará con una suba cercana a 40 por ciento.

N. S. 

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